“¡DIOS NUNCA FALLA!”

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Las promesas de Dios siempre se cumplen.

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Josué 21:45 RVR60
No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió.
He visto cómo enfrenta la gente que no tiene esperanza la pérdida de un ser querido. También he visto muchas veces cómo lo hacen aquellos que creen en Dios.
¿Qué es lo que marca esa diferencia? ¿Qué es lo que permite mirar el futuro con pesimismo o con confianza? ¡Las promesas de Dios! ¡¡Dios nunca falla!! Aunque pienses que en ocasiones tus oraciones son desatendidas; aunque no veas respuestas inmediatas de Dios en tu vida, Dios sigue estando ahí, cumpliendo siempre sus planes anunciados en favor de sus hijos.
¿Has pensado que la fe es una decisión? Puedes decidir creer o no creer en sus promesas. Y esto va a marcar la diferencia.
Ya sé que estamos aquí porque somos creyentes, pero en ocasiones, nuestra vida se puede tornar en un mero formalismo espiritual, y terminar como el pueblo de Israel, viviendo una vida vacía, llena de normas, pero completamente hueca en su contenido; guardando cosas, muchas cosas, pero con el corazón alejado de Dios. Por eso, Jesús, dijo: Mt. 8:15.- “Este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos de mi”.
Cuántas veces decimos que somos creyentes, pero justificamos nuestra falta de consagración y fidelidad con el simple comentario: “¡El Señor sabe!” “Sabe que necesito trabajar este sábado”; “Sabe que ahora no puedo ir a la iglesia porque tengo esta situación”; “El Señor sabe que necesito una estabilidad económica”; “El Señor sabe que cuando tenga más dinero seré fiel en los diezmos y ofrendas”, etc, y la lista la podríamos hacer enorme.
En cambio, hay creyentes que arriesgan todo al decidirse por Jesús cuando llegan a la encrucijada de tener que creer o dudar de las promesas de Dios. Creyentes que lo dejan todo, que se arriesgan por Jesús, que deciden creer en Él, y se comprometen fielmente. Creyentes que dieron y siguen dando un paso al frente, avanzando por el sendero de la fe, sin ver dónde terminará el camino que han emprendido. Creyentes que han tomado la decisión de acercarse a Dios, conscientes de la necesidad de apoyarse en la esperanza, de prestar atención a la voz de Dios, a las promesas seguras de un Dios que desde los cielos comprometió cada una de sus promesas en la cruz del Calvario.
Sí, “¡cómo voy a olvidarme de ti, si lo deje todo en los cielos para venir a buscarte, poque estabas perdido! ¡Cómo podría olvidarme de ti, si entregué mi vida en la cruz del Calvario para que tú pudieras mirarme y encontrar el camino de vuelta a casa. Cómo podría olvidarme de ti, si vine para abrirte la puerta de par en par para tu salvación eterna!
Josué 21:43-45
Estos versículos son el centro mismo del mensaje del libro de Josué. Es como un grito apelando a la seguridad de las promesas de Dios: ¡¡DIOS CUMPLE SUS PALABRAS!! ¡Dios siempre hizo lo que dijo que haría, y cumplirá lo que está por venir!
“Dio Jehová […] toda la tierra que había jurado dar” (vers. 43). “Jehová les dio […] todo lo que había jurado a sus padres” (vers. 44). “No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho […] todo se cumplió” (vers. 45).
¡Es un grito de confianza en Dios!
¿Te has dado cuenta que vivimos en un mundo falto de palabra? Prometemos cosas que luego no cumplimos. Votos de fidelidad que rápidamente trasgredimos con Dios y con las personas.
Asumimos compromisos que luego dejamos de lado en un momento. Prometemos cosas que luego ignoramos conscientemente. “Te amaré hasta que la muerte nos separe”, y a la primera de cambio, cada uno por su lado, argumentando: “Es que no nos llevamos bien”. “Es que he orado, pero Dios no me responde. Y he dejado de hacerlo”.
En el mundo, las palabras de los hombres fallan. Pero las Palabras de Dios permanecen siempre firmes e inamovibles. En una vida de promesas rotas, Él cumple siempre las suyas. En Salmos 12:6 dice: “Las palabras de Jehová son palabras sinceras, como plata refinada en horno de tierra, purificada siete veces”. Si, Dios es un Dios que guarda siempre sus pactos con nosotros. ¿Quieres evidencias de ello? Mira la historia de Abrahán: “Y apareció Jehová a Abram y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra” (Gén. 12:7). ¿sabes cuánto tiempo transcurrió hasta que esto sucedió? 600 años. ¿Quién podría imaginar que Dios cumpliría sus promesas? Pero las cumplió. Dio descendencia a Abraham y Sara, cuando ya eran mayores y sin posibilidad de tener hijos. Y Dios hizo de su descendencia una gran nación. Fueron creciendo, y transcurrieron 4 siglos de esclavitud de Israel en Egipto. Moisés los llevó cerca de Canaán, a la entrada de la tierra prometida. Fue Josué quien le sustituyó.
Le prometió a Abraham que haría de él una gran nación, y “serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gén. 12:2-3). Es posible que otras personas hagamos promesas y las olvidemos, pero Dios hace una promesa y nunca se olvida, siempre la cumple. Heb. 10:23.- “Mantengamos firme, sin dudar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió”.
Por eso, cuando te enfrentes a una situación difícil, la que sea, tienes que decidirte entre: Fe o miedo. Entre un Dios que conoce y te cuida o un Dios que no está aquí a tu lado. ¿A la manera de Dios, o a tu manera? ¿Sabes? Te toca a ti decidir de qué lado quieres estar. No lo va a hacer nadie. Tendrás que decidirlo tú. ¡Reconocer a Dios en tu vida, o no reconocerle! ¡Recordar sus promesas seguras, o tal vez olvidarnos de todo lo que el Señor ha hecho hasta aquí a lo largo de nuestra existencia! Es tu decisión y privilegio. Y los creyentes, los cristianos fieles decidimos confiar en las promesas de Dios.
Decide hoy creer que Dios tiene algo bueno para ti, aunque todo lo que ahora veas no esté tan claro ni lo bueno que tú quisieras.
Piensa en algunos pactos que Dios ha hecho:
- Cuando estás afligido (Sal. 30:5): “Si por la noche hay llanto, por la mañana habrá gritos de alegría”.
- Cuando te sientas asediado (Sal. 34:19): “Muchas son las angustias del justo, pero el Señor lo librará de todas ellas”.
- Cuando estés enfermo (Sal. 41:3): “El Señor lo confortará cuando esté enfermo, lo alentará en el lecho del dolor”.
- Cuando te sientas solo (Isa. 43:2): “Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo”.
- Para el pecador tentado (2 Cor. 12:9): “Bástate mi gracia”.
Cuando hablamos y escuchamos a alguien decir: “Me gustaría poder ayudarte, PERO…”, y aparece la conjunción adversativa, parece que toda la primera parte de la frase perdiera su fuerza, porque lo que importa es lo que viene después: “PERO…, NO PUEDO PORQUE…”.
Con Dios no va a pasarte nunca esto. Aférrate a sus promesas. Cuando lleguen momentos de temor, o sientas dudas, o cuando te abrume la culpa, responde: “PERO DIOS DIJO…”.
Cree con seguridad las palabras que nuestro Dios pronunció: “Tú me has redimido, oh Señor, Dios de verdad” (Sal. 31:5). Y regresa una vez tras otra, a los pactos que Dios ha hecho. Busca en tu Biblia cada promesa hecha por él, y reafirma tu fe en ellas.
Jesús está próximo a venir. Así lo prometió él: “Voy a preparar lugar para vosotros…, y vendré otra vez…”(Jn. 14:1-3). Hace ya mucho que lo prometió (2.000 años), PERO OS ASEGURO, QUE ¡SU PROMESA SE CUMPLIRÁ! Y habrá quienes lo hayan creído y se hayan preparado para ese encuentro con Él, y habrá muchos otros habrán dejado de creerlo. Cree en sus promesa, porque él las cumplirá si duda alguna, porque ¡¡DIOS NUNCA FALLA, y va a cumplir todo lo que Él aseguró!!
¡Que el señor os bendiga!
Himno 2: 184 Nunca te rindas
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